Como dar con una aguja en un pajar, así de improbable puede parecer que un barco arrolle a un cachalote en el océano, salvo cuando las aguas elegidas por la especie para la cría por su abundancia de presas resultan ser uno de los pasillos con más tráfico del mundo, como Canarias.
WWF España y la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario (SECAC) llevan dos años investigando en las islas a una de las poblaciones menos conocidas del depredador más grande del mundo, un animal de hasta 60 toneladas que en los pocos minutos que pasa en la superficie, entre inmersión e inmersión, no se aparta ante nada ni nadie, porque no tiene enemigos naturales.
Las dos organizaciones han aprovechado su última campaña sobre el terreno, en Fuerteventura, para dar de nuevo la voz de alarma: desde 1985 se han documentado en Canarias al menos 37 muertes de cetáceos por colisión con embarcaciones, 30 de ellas a partir de 1999, cuando empezaron a operar los barcos que han revolucionado en las islas el transporte regular de viajeros por vía marítima: los 'fastferries'.
"Lo más abrumador es que el incremento de mortalidad por colisiones coincide con el aumento de la presencia de buques de alta velocidad. En los varamientos que hemos estudiado, el 50 por ciento de los casos en los que se ha podido determinar la causa de la muerte, esta es una colisión. El porcentaje es muy alto. Hay un problema real y grave", asegura el biólogo Luis Suárez, responsable del Programa de Especies de WWF en España.
Esta organización argumenta que resulta difícil aportar cifras absolutas, porque las muertes por colisión tienden a infravalorarse, debido a que los cadáveres de los cetáceos arrollados por barcos en las aguas que circundan Canarias son con frecuencia arrastrados océano adentro por las corrientes o, directamente, se hunden.
Sin embargo, el choque de ferries con cetáceos no es una noticia que resulte extraña entre los canarios. De hecho, el servicio que aún permanece en su imaginario colectivo como referencia de conexión marítima rápida entre islas, el 'jet-foil' de Transmediterránea, vivió varios casos y dejó de operar en 2005 después de que uno de sus barcos colisionara con un cetáceo llegando a Morro Jable.
En la actualidad, doce catamaranes de alta velocidad de Fred. Olsen cruzan cada día el canal entre Tenerife y Gran Canaria y otros dos comunican a diario esta última isla con Fuerteventura, a una velocidad de servicio comparable a la que desarrollaba el 'jet-foil' (36 nudos, 67 km/h), pero con un tonelaje y unas dimensiones que les permiten sobrellevar el choque con un cetáceo sin incidencias.
Esas dos rutas coinciden con los dos puntos de mayor presencia de cachalotes en Canarias, donde se han detectado grupos estables formados por hasta diez hembras reproductoras y crías, advierten WWF y la SECAC, cuyos colaboradores grabaron este verano en vídeo en una de sus salidas de avistamiento cómo un 'fastferry' se echaba encima, literalmente, de un ejemplar sin tiempo, casi, de reacción.
Luis Suárez explica así el porqué de la aparente tranquilidad del animal: "El cachalote es un gran buceador que, cuando sube a la superficie, lo hace para recuperarse. De adulto, no tiene enemigos naturales y en esas condiciones está relajado. La velocidad a la que se aproximan estos 'fastferries' y el volumen de este tipo de tráfico hacen que puedan seccionarlo por completo sin que en el buque se enteren y sin que el animal tenga capacidad de escapar".
Imagen de la SECAC |
Liaño replica que la naviera ha llevado a bordo durante un tiempo observadores de las universidades canarias y ha probado varios sistemas de detección que resultaron ser ineficaces. Recuerda, además, que emplear recursos como el sónar también podría resultar perjudicial para la fauna marina, como se ha demostrado en Canarias en casos de desorientación masiva de cetáceos.
Los ecologistas emplazan a las navieras a dialogar con ellos y con las administraciones y a aprovechar estudios como el que están realizando WWF y SECAC para fijar en Canarias zonas de exclusión o navegación a velocidad reducida para proteger a las 30 especies de cetáceos que habitan sus aguas (30 de las 86 conocidas en el mundo, remarcan, una riqueza muy difícil de encontrar en otras aguas).
De nuevo, Fred. Olsen contesta que están abiertos a hacerlo y subraya que la compañía es sensible a estos temas, como prueba el hecho de que su ferry de Tenerife a La Gomera da a diario un rodeo de casi cuatro millas para evitar una colonia estable de ballenas picudas. "Si hay algún sistema de detección viable, interesante y que funcione, lo instalaremos", dice su director de flota.
Sin embargo, los biólogos del programa de WWF-CECAC mantienen que, sin paciencia y sin la ayuda de un hidrófono, detectar a un cachalote en mar abierta es "como buscar una aguja en un pajar".
Por ello, insisten en que la clave para reducir posibles accidentes reside en la velocidad, pero tampoco ocultan que les costará tiempo y esfuerzo convencer de ello a quienes han hecho de la velocidad su modelo de transporte marítimo.
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