Nómadas de profundidad


Son peces de profundidad. Viven entre los 1.000 y los 2.000 metros en las aguas del Archipiélago canario gastando un mínimo de energía hasta el punto de que no nadan. Se dejan llevar por las corrientes marinas y pueden recorrer miles de kilómetros de esta manera. La fauna de profundidad de Canarias es curiosa por su forma y un misterio para la Ciencia.

Desde el año 1990 aproximadamente el departamento de Biología Marina del Museo de Ciencias Naturales del Organismo Autónomo de Museos y Centros (OAMC) inició una serie de campañas que abarcaban todo el Archipiélago canaria para recolectar la fauna pelágica que no tenía vínculo con el fondo. La conservadora marina Fátima  Hernández explica que se trata de organismos fascinantes que “se dejan llevar por las corriente y flotan. Algunos de ellos se recorren todo el globo, están en todos los océanos y en todas las profundidades”.
Como Canarias es muy profunda hay gran cantidad de agua en esta circunstancias y, “por tanto, descubrimos una gran cantidad de animales”, comenta. Las campañas empezaron por El Hierro haciendo barridos hacia el Este del Archipiélago con redes complejas que capturaban fauna que estaba entre 1.000 y 2.000 metros hasta la superficie.
“Nos llevamos mucha sorpresas porque había gran cantidad de fauna desconocida en grupos muy distintos: moluscos, crustáceos, peces de pequeño tamaño, poliquetos (gusanos marinos) y una amplia variedad de grupos zoológicos”, explica la investigadora y añade que una parte importante de ellos “eran desconocidos para la fauna de Canarias y algunos eran totalmente desconocidos y nuevos para la Ciencia”.

Estos organismos presentan una morfología bastante curiosa: son llamativos, transparentes  o fluorescentes para pasar desapercibidos ante los predadores y son muy ligeros para flotar mejor y gastar menos energía. Todo ello se resume en que son unos grandes supervivientes de la adaptación  biológica pues “como en ese espacio hay menos alimento, necesitan ahorrar energía; y, además, al no nadar son más susceptibles de ser ingeridos por peces con capacidad de natación”.

Además de lo raros que son, estos organismos son esenciales en la cadena alimenticia marina y tienen un papel ecológico fundamental ya que son vectores de traslación de energía y son los mejores indicadores de contaminación en los océanos.

Entre los animales encontrados, “hay un caso curioso (la primera foto a la izquierda) que se  corresponde con un crustáceo bastante extraño del género Eryoneicus y que fue cogido en La Palma a casi 2.000 metros de profundidad. Es objeto de discusión entre los científicos que no saben donde encuadrarlo en la clasificación”.

Otro organismo que destaca en este catálogo es la Babosa de El Hierro (Phylliroe) que “una noche haciendo una pesca nocturna subió en grandes cantidades y nos encontramos prácticamente rodeados por ella” y eso que no se había citado para la fauna canaria. Hay muchas muestras en los fondos del Museo de Ciencias Naturales esperando a ser catalogadas.

De todos los grupos hay unas 900 especies pelágicas en Canarias, hablar de endemismos es muy complejo en el caso de esta fauna pues “las corrientes las mueven de un sitio para otro”, insiste Fátima Hernández.

Además, ahora con el cambio climático se ha visto avances en las corrientes y la ampliación de la distribución de los mismos.

Eso sí, se puede hablar de siete u ocho especies nuevas que se han descrito en Canarias aunque estos organismos tienen una complejidad añadida a la hora de clasificarlos porque son muy delicados y enseguida sus características fisiológicas se alteran lo que dificulta la labor de los científicos.

“Algunas especies se adaptan a todas las temperaturas y salinidades y, sin embargo, otras, como los quetognatos son moluscos muy sensibles y exigen determinadas condiciones de salinidad y temperatura”, remarca la conservadora y añade que “estos se convierten para los biólogos en organismos indicadores de salinidad y temperatura” con los que se puede medir, entre otras cosas, el efecto del cambio climático. Son animales curiosos que viven con nosotros aunque no estemos acostumbrados a ellos.

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