El
barco de Greenpeace Artic Sunrise aprovechó su escala en la capital
grancanaria para apoyar el movimiento social y ecologista en contra de
las prospecciones petrolíferas previstas frente a Lanzarote y
Fuerteventura. "Pedimos un futuro cien
por cien renovable, eficiente e inteligente para nuestro sistema
energético", señala Sara Pizziniato, encargada de la campaña de cambio
climático y energía de la famosa organización ecologista.
El
Arctic Sunrise y sus 30 tripulantes regresaban de terminar un tour por
las costas africanas para reivindicar una pesca más sostenible y
preservar los grandes caladeros de Mauritania y Senegal de la pesca
fraudulenta de la que son objeto así como para ver los efectos que tiene
en las comunidades pesqueras locales.
En el litoral de estos dos países vecinos a Canarias, grandes buques arrastreros de bandera alemana, holandesa y británica absorben con sus chuponas todo tipo de pescados pelágicos que luego son manufacturados en sacos de pienso con destino a las granjas de acuicultura. Asimismo, la expedición ha registrado la presencia de barcos españoles con bandera senegalesa especializados en la captura de cefalópodos así como barcos chinos y rusos.
"Se supone que no pueden pescar sino a partir de las ocho millas, pero se lo saltan por las noches y llegan incluso a arrastrar los fondos de los deltas y desembocaduras de ríos", denuncia la activista Celia Ojeda, quien explica además que se genera un doble impacto, la esquilmación de los recursos marinos y el que se le inflige a los pescadores locales, algunos de los cuales han desaparecido mientras faenaban.
"Al esquilmarse los caladeros de Mauritania y Senegal se acaba con el sustento de muchas comunidades locales que se verán abocadas a la inmigración irregular hacia Canarias y la Península", advierte Ojeda.
La campaña contra la pesca ilegal en África ha llevado a caco 15 acciones contra los arrastreros, entre ellas pintar el casco con eslóganes contra la pesca ilegal, entorpecer su travesía metiéndose en medio con zódiac o con el helicóptero vigilando a los buques infractores y desplegando pancartas.
Adquisición
Antes de que Greenpeace adquiriera el Arctic Sunrise, el barco era irónicamente un pesquero de focas. La organización ecologista incluso había realizado una acción contra él en la Antártida mientras entregaba al Gobierno francés equipamiento para construir una pista de aterrizaje a través de una zona poblada por pingüinos. A pesar de ello, Greenpeace adquirió la nave en 1995 usando como pantalla una compañía llamada Arctic Sunrise Ventures, puesto que, de otro modo, los anteriores dueños noruegos jamás se lo hubiesen vendido.
El expesquero de focas, diecisiete años después, realiza periplos junto a las costas canarias combatiendo la esquilmación de los caladeros de países vecinos como Mauritania y Senegal que están cometiendo arrastreros europeos, así como rusos y chinos, pesca que pone en peligro además el modo de vida de comunidades de pescadores cercanas al Archipiélago. El Arctic Sunrise regresa a su base en Amsterdam donde se preparará para una nueva campaña a favor del medio ambiente y la sostenibilidad.
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