La zona de las prospecciones es la más rica del Planeta en diversidad


Vidal Martín, experto en cetáceos: “La zona de las prospecciones es la más rica del Planeta en diversidad” 

Vidal Martín, que preside la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos de Canarias (Secac), asegura que las aguas entre Lanzarote y Fuerteventura y el continente africano es una de las zonas más rica del Planeta en diversidad de cetáceos. 
En esta zona, donde se pretenden llevar a cabo las prospecciones petrolíferas por parte de Respol, se han detectado 28 especies de las 30 localizadas de Canarias. En todo el mundo se conocen 86 especies.
La Sociedad que preside Martín ha navegado en los últimos diez años esa zona cientos de veces hasta completar un área de más de 12.000 kilómetros cuadrados entre el Norte de Lanzarote y el Sur de Fuerteventura internándose unos 37 kilómetros mar adentro, hacia la costa africana.
En un solo día, la embarcación de este equipo de científicos ha llegado a avistar hasta siete especies distintas de cetáceos en la costa a unas pocas millas de distancia de Arrecife.
Parte de esa zona en la que quieren hacer las prospecciones está dentro de la propuesta del Ministerio de Medio Ambiente para figurar como área protegida dentro de la estrategia española para el mar. Es una de las diez zonas propuestas para su protección en la Unión Europea.
Por otra parte, en ese área es en la que se han registrado más varamientos en masa de zifios. Se han constatado 11 casos entre 1985 y 2004, con muchos ejemplares muertos. En 1989 hubo 30 ejemplares, en 2002, más de 20, hasta que en 2004 se supo que se debía al uso de sónares por parte de las embarcaciones que participaban en los ejercicios navales de la OTAN.
La señal acústica de los sónares y probablemente otros sonidos de origen humano provocan cambios en los perfiles de inmersión de los zifios exponiéndolos a padecer accidentes descompresivos.
“Les pasa lo mismo que a los submarinistas que realizan la descompresión y el nitrógeno disuelto en la sangre se separa en forma de burbujas, pudiendo causar embolias”, señala Martín. También se han documentado muertes de zifios coincidentes con sondeos sísmicos para prospecciones petrolíferas en el Mar de Cortés, en California.
Vidal Martín señala que aunque hay muchas amenazas para los cetáceos, como los plásticos, la contaminación química de los océanos, los buques, “el ruido es lo que más les perturba porque el sonido es su herramienta, que los cetáceos utilizan para orientarse, comunicarse, para encontrar su alimento, evitar a sus predadores y para la integración social”.
“El ruido de origen humano se está convirtiendo en el problema más importante para los cetáceos y el medio marino”, asegura. Tanto la Directiva Hábitat de la UE como la Directiva europea del mar prohíben que se moleste a los cetáceos y que se perturbe la zona en la que viven.
En última instancia, el ruido puede provocar que las poblaciones de cetáceos desaparezcan o se desplacen. El sonido, en el mar, se desplaza de forma peculiar, los efectos varían según frecuencia y su intensidad. Está demostrado que un rorcual común y otras especies de rorcuales, se pueden comunicar con otro a más mil kilómetros de distancia a través de sonidos de baja frecuencia.
En este caso, que no haya interferencias es vital para su supervivencia porque son animales solitarios y necesitan esa comunicación para aparearse. Según Vidal Martín “es difícil de conocer la distancia a partir de la cual los animales se pueden ver afectados por el sonido”.
Fases
En la primera fase de los sondeos para buscar petróleo se emiten hasta 180 decibelios (un avión emite unos 200) y la onda acústica penetra hasta cinco kilómetros bajo el subsuelo. Una onda por sí sola puede llegar a matar a un cetáceo pero también causa efectos la expansión horizontal de esa onda.
Esta fase de investigación ya se llevó a cabo por parte de Repsol en las aguas canarias entre marzo y junio de 2003 y no hay ningún dato sobre qué pudo ocurrir con los cetáceos ya que en España no hay una ley específica para las prospecciones, y por la dificultad para estudiar a este tipo de animales en el mar, sobre todo a los zifios que viven a gran profundidad.
La segunda fase de prospecciones sería la de catas, perforando el subsuelo a más de mil metros de profundidad. “En la fase de catas y extracción —señala Martín—hay afección al medio ambiente sí o sí, porque los lodos de extracción contaminan y el daño al fondo marino y su degradación es importante.
Incertidumbre
Este investigador recomienda aplicar en estos casos el principio de precaución o “de incertidumbre” ya que en el mar es difícil extraer información y se desconocen los efectos que puede causar cualquier actividad.
Destaca que en Estados Unidos se gastaron millones de dólares en colocar sensores en ballenas y cetáceos para estudiarlas y se ha demostrado que una ballena situada a dos kilómetros de una plataforma y otra a doce, reciben la misma intensidad de sonido de unas plataformas.
Esto se estudió en el Golfo de México, con una legislación específica para esa actividad y unas exigencias muy costosas, y sin embargo, ocurrió una de las mayores catástrofes ecológicas de los últimos años. 

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