Lanzarote y Fuerteventura ya sufren una contaminación crónica por el tráfico de petroleros y los derrames derivados de las prospecciones podrían causar perjuicios irreversibles a su litoral.
Los posibles vertidos llegarían a algunas de las zonas protegidas más valiosas del archipiélago y afectarían a poblaciones de cetáceos.
A lo largo de la costa oriental de Lanzarote y Fuerteventura se suceden enclaves de un gran valor ecológico, como la Reserva Marina de la Isla Graciosa -- Archipiélago Chinijo, la Isla de Lobos y el estrecho de la Bocayna. Además, al sur de Fuerteventura se halla una de las zonas de más interés del mundo para los zifios, unos cetáceos que se alimentan a profundidades superiores a los 600 metros.
Los permisos de investigación afectan a un área de 616.060 hectáreas, lo que equivale a casi 2,5 veces la superficie emergida de las dos islas. Las zonas abiertas a la exploración de compañías petroleras se encuentran a grandes profundidades que aún no han podido ser investigadas por los científicos. En ellas, es previsible que se encuentren corales blancos y negros o esponjas de profundidad, especies que forman hábitats donde se alimentan y viven muchos otros organismos.
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