A pesar de tratarse de un punto caliente de biodiversidad, solo el 0,15% de las aguas que rodean Canarias está protegido.
En colaboración con la Fundación Biodiversidad, se han documentado una veintena de especies nunca antes vistas en Canarias y numerosos tiburones que necesitan protección urgente.
La organización internacional de conservación marina Oceana ha presentado una propuesta integral de conservación de las aguas que rodean Canarias en la que se incluyen 42 medidas de protección de áreas marinas y gestión de pesquerías. Entre las medidas contenidas se propone la protección del 15% de la superficie marina canaria, así como iniciativas específicas para mejorar la situación de los recursos pesqueros y para combatir el cambio climático.
El informe, presentado en la sede de la Fundación Biodiversidad, es parte de un proyecto que se ha desarrollado con el apoyo de esta entidad, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. La expedición realizada permitió muestrear con buceadores y un robot submarino las aguas del archipiélago hasta los 700 metros de profundidad.
El 98,4% del territorio canario se encuentra sumergido. Las aguas españolas que rodean el archipiélago abarcan 500.000 km2, una cifra similar a la superficie terrestre de todo el país. Sin embargo, solo está protegido el 0,15% [1] , que se sitúa muy lejos del cumplimiento del Convenio de Diversidad Biológica de las Naciones Unidas. Este tratado exige la conservación eficaz de, por lo menos, el 10% de cada una de las regiones ecológicas marinas y costeras del mundo para el 2012, fecha que ha sido pospuesta para el 2020 en la última reunión de la Conferencia de las Partes celebrada en Nagoya (Japón), debido a la falta de cumplimiento existente.
“Las islas Canarias son un punto importantísimo de biodiversidad, pero aún muy desconocido”, explica Ricardo Aguilar, Director de Investigación de Oceana Europa. “Por primera vez, hemos documentado con un robot submarino zonas profundas alejadas de costa como las montañas del Sáhara, los bancos de Amanay y Banquete y el talud frente a las islas, donde la pendiente cae hasta -4.000 y -5.000 metros de profundidad. Hemos encontrado especies y hábitats nunca antes mencionados en aguas canarias, como el pez armado, la ostra gigante, campos de corales negros y campos de hidrocorales. Son impresionantes también los campos de briozoos o de esponjas de profundidad, como la esponja sombrero mexicano”.
La obligación de crear nuevas áreas marinas protegidas también viene impuesta por la Comisión Europea, que considera que la red existente en el archipiélago, conocida como Red Natura 2000, es insuficiente para asegurar la protección efectiva de especies como las tortugas boba y verde, el delfín mular, las cuevas submarinas, los arenales donde se desarrollan importantes sebadales y sobre todo los arrecifes, para cuya protección no se ha creado ni una sola área marina protegida.
Oceana destaca además la gran importancia que tienen los tiburones, rayas y quimeras en las islas Canarias, tanto por la gran diversidad de especies encontradas como por su abundancia, y propone que las aguas canarias se conviertan en un santuario para estos animales.
Sin embargo, Oceana llama la atención sobre la falta de medidas específicas de gestión de numerosas especies y hábitats que se encuentran amenazados. Muchos de ellos se encuentran recogidos en convenios internacionales y, sin embargo, en Canarias están olvidados. Así, considera grave el caso de los sebadales en las islas y solicitan su urgente inclusión en el Catálogo Canario de Especies Protegidas, siguiendo las recomendaciones de los científicos.
Esta falta de protección se ve agravada por factores como la sobreexplotación pesquera, la acuicultura, las infraestructuras costeras y la contaminación, que requieren una regulación más estricta y coherente con la conservación del medio ambiente canario.
Oceana tuvo ocasión de documentar estas amenazas durante la expedición que realizó en el archipiélago en 2009, a bordo del catamarán Oceana Ranger. El propósito de esta campaña fue impulsar la creación de nuevas áreas marinas protegidas, ampliar la información sobre algunas zonas ya protegidas o en vías de serlo y aportar datos sobre lugares hasta ahora inexplorados o poco conocidos, especialmente los fondos profundos.
“La expedición constituyó un ejemplo de colaboración entre instituciones, ya que durante las inmersiones contamos con científicos y expertos a bordo que colaboraron en la identificación de las especies documentadas. Hay que subrayar el compromiso de los científicos de las islas Canarias con la búsqueda de medidas enfocadas a una buena gestión de los recursos marinos y la conservación de hábitats y especies. De hecho, el Gobierno debería tener en cuenta sus recomendaciones a la hora de buscar soluciones a las amenazas actuales y de desarrollar planes de gestión”, señala Ana de la Torriente, científica marina de Oceana.
Durante la expedición, submarinistas profesionales equipados con cámaras de fotos y videos realizaron inmersiones poco profundas cerca de costa, mientras que en zonas profundas y en montañas submarinas alejadas de costa, como en los banco de Amanay y Banquete o en las montañas del Sáhara, al sur del archipiélago, Oceana utilizó un robot submarino (ROV) para grabar las especies y hábitats marinos.
En dos meses de trabajo, se aportó información inédita sobre lugares hasta ahora inexplorados y se documentaron unas 500 especies marinas diferentes, de las que una veintena se han registrado en aguas canarias por primera vez. Todo ello, junto a una extensa bibliografía, se ha incluido en Islas Canarias, Propuesta de Áreas Marinas de Importancia Ecológica, informe extenso que ha sido producido gracias al apoyo de EUROPARC España.
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