Pedro Oromí, profesor del Departamento de Biología Animal de la Universidad de La Laguna, junto a un grupo de investigadores, son los que han llevado a cabo estudios sobre la presencia de este insecto en la isla de El Hierro.
El profesor aseguró que en los estudios realizados en varios puntos de la Isla (Paisaje Protegido de Ventejís, Binto y Pico El Mercader), se localizaron colonias de esta especie muy dañina en el caso de grandes concentraciones, no siendo este el caso; lo que descarta la posibilidad de que se encuentre en peligro el mítico árbol Garoe.
En un comunicado Pedro Oromí declara que la presencia de este insecto es algo "totalmente previsible, y que éstas pueden resultar muy dañinas, en el caso de grandes concentraciones, no así con las existentes".
"Es absolutamente incierto que esta hormiga amenace al Garoé", añade Oromi.
El profesor aclaro que "la realidad sobre este tema ha sido exagerada hasta el punto de aparecer interpretaciones totalmente equivocadas sobre la salud del árbol Garoé".
Pedro Oromí subrayó que las consecuencias del aumento de la hormiga argentina afectan sobre todo a otras especies de hormigas autóctonas y a otros insectos, no debiendo interpretarse para nada ni que el entorno del Garoé esté particularmente más afectado que cualquier otro lugar, ni muchísimo menos que el árbol Garoé? pueda sufrir las consecuencias de la presencia de esta hormiga.
Captadores de nieblas
Cuenta una leyenda canaria que existía un árbol en la isla del Hierro de cuyas hojas goteaba tal cantidad de agua que suministraba a los lugareños toda la que necesitaban.
Los naturales de la isla, llamados bimbaches, lo consideraban su árbol sagrado. Éste árbol era el garoé.
Durante la conquista europea de canarias (S.XV), los soldados buscaron la rendición de los bimbaches mediante el control de las escasas fuentes de agua de la isla.
Pensaron que al controlar este preciado recurso, los bimbaches, muertos de sed se someterían.
Pero los bimbaches tenían oculto su árbol sagrado. Al pie del árbol había unas albercas donde recogían el agua del Garoé, que mantenían vigiladas y ocultas a los soldados mediante vegetación y ramas.
Pasaba el tiempo y los conquistadores no se explicaban cómo podrían estar subsistiendo los bimbaches sin agua. No se imaginaban su secreto. Pero un día, una isleña enamorada de uno de los soldados, delató la existencia del árbol bajo la promesa de guardar el secreto. El soldado vió su oportunidad de convertirse en el héroe de la conquista y traicionó a la muchacha que fue condenada a muerte por su propio pueblo por desvelar el secreto.
Está documentada la existencia de este gran garoé, que fué descuajado por un huracán en 1610.
El garoé es una especie endémica de Canarias y la isla de Madeira, y propia de la laurisilva canaria (o bosque de lauráceas), que se da entre los 500 y los 1.200 metros de altitud sobre el mar (media montaña). Los bosques de lauráceas son umbríos, densos y muy húmedos.
En invierno las islas reciben frecuentes lluvias procedentes de los vientos del noroeste, pero en verano las precipitaciones recogidas disminuyen notablemente. La laurisilva resiste a la estación seca debido a las nieblas o "mar de nubes" que se forman como resultado de los vientos alisios cargados de humedad (del noreste) al ascender por las laderas de las montañas.
Los naturales de la isla, llamados bimbaches, lo consideraban su árbol sagrado. Éste árbol era el garoé.
Durante la conquista europea de canarias (S.XV), los soldados buscaron la rendición de los bimbaches mediante el control de las escasas fuentes de agua de la isla.
Pensaron que al controlar este preciado recurso, los bimbaches, muertos de sed se someterían.
Pero los bimbaches tenían oculto su árbol sagrado. Al pie del árbol había unas albercas donde recogían el agua del Garoé, que mantenían vigiladas y ocultas a los soldados mediante vegetación y ramas.
Pasaba el tiempo y los conquistadores no se explicaban cómo podrían estar subsistiendo los bimbaches sin agua. No se imaginaban su secreto. Pero un día, una isleña enamorada de uno de los soldados, delató la existencia del árbol bajo la promesa de guardar el secreto. El soldado vió su oportunidad de convertirse en el héroe de la conquista y traicionó a la muchacha que fue condenada a muerte por su propio pueblo por desvelar el secreto.
Está documentada la existencia de este gran garoé, que fué descuajado por un huracán en 1610.
El garoé es una especie endémica de Canarias y la isla de Madeira, y propia de la laurisilva canaria (o bosque de lauráceas), que se da entre los 500 y los 1.200 metros de altitud sobre el mar (media montaña). Los bosques de lauráceas son umbríos, densos y muy húmedos.
En invierno las islas reciben frecuentes lluvias procedentes de los vientos del noroeste, pero en verano las precipitaciones recogidas disminuyen notablemente. La laurisilva resiste a la estación seca debido a las nieblas o "mar de nubes" que se forman como resultado de los vientos alisios cargados de humedad (del noreste) al ascender por las laderas de las montañas.
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