Mide más de cuatro metros de longitud, pesa unos 400 kilogramos y hasta hace unos años sólo había sido avistado vivo en la isla colombiana de Malpelo. Pero el tiburón solrayo ('Odontaspis ferox') se ha hecho un asiduo de las Islas Canarias. Desde 2006 ha sido observado en la Reserva Marina del Mar de las Calmas en la isla de El Hierro, donde ha reaparecido cada verano.
El investigador del Centro Oceanográfico de Canarias del Instituto Español de Oceanografía (IEO) Pedro J. Pascual Alayón prepara ya el seguimiento de esta enigmática especie, que se espera que llegue también este verano a las islas canarias. Los científicos esperan obtener más información sobre esta desconocida especie, incluida en la lista roja de la UICN en situación vulnerable.
El pasado verano, el fotógrafo submarino Francis Pérez llevó a cabo la más larga observación que nunca se haya hecho del tiburón solrayo. Los días 7 y 8 de agosto, se avistó, por quinto año consecutivo en la zona.
Los avistamientos coinciden con el alumbramiento de sus crías. "El solrayo es una especie con un crecimiento muy lento. Puede llegar a vivir más de 40 años, su reproducción es bianual y cada hembra se cree que alumbra dos ejemplares en cada ocasión, lo que hace todavía más delicado el momento", subraya Pascual.
La especie ya había sido citada en aguas canarias. Los pescadores lo conocen como sarda. Se han registrado varias capturas accidentales de esta especie, especialmente en las islas occidentales donde existe un talud pronunciado y rocoso.
Los investigadores alertan del estrés que el buceo puede llegar a causar a la especie por lo que piden que se gestione y se temporalice esta actividad, estableciendo un tiempo máximo de observación, haciendo cupos y elaborando una lista de espera para buceadores.
La escasa información de la que se dispone sobre la biología del solrayo es en gran medida por un pariente cercano, el tiburón toro ('Cacharhinus taurus'), bastante común en los acuarios del mundo.
Pedro J. Pascual, experto en tiburones, subraya la importancia de concienciar a la gente y transmitir la idea de que los tiburones no son enemigos peligrosos así como difundir un mensaje claro e inequívoco que fomente su protección y conservación, apunta Pascual.
El investigador del Centro Oceanográfico de Canarias del Instituto Español de Oceanografía (IEO) Pedro J. Pascual Alayón prepara ya el seguimiento de esta enigmática especie, que se espera que llegue también este verano a las islas canarias. Los científicos esperan obtener más información sobre esta desconocida especie, incluida en la lista roja de la UICN en situación vulnerable.
El pasado verano, el fotógrafo submarino Francis Pérez llevó a cabo la más larga observación que nunca se haya hecho del tiburón solrayo. Los días 7 y 8 de agosto, se avistó, por quinto año consecutivo en la zona.
Estresados por los buceadores
Los científicos creen que habita a profundidades entre 400 y 1.000 metros y que, sólo las hembras,cada dos años, emergen a aguas costeras para alumbrar a sus crías. Hasta que en 1999 se observara al solrayo en las costas de la isla colombiana de Malpelo, jamás se le había observado vivo. “Su presencia generó una avalancha de buceadores que querían ver y filmar al animal”, explica Pedro J. Pascual Alayón. "Al principio era muy manso, dejándose incluso tocar, y, ahora, en cuanto detecta a un submarinista huye", añade.Los avistamientos coinciden con el alumbramiento de sus crías. "El solrayo es una especie con un crecimiento muy lento. Puede llegar a vivir más de 40 años, su reproducción es bianual y cada hembra se cree que alumbra dos ejemplares en cada ocasión, lo que hace todavía más delicado el momento", subraya Pascual.
La especie ya había sido citada en aguas canarias. Los pescadores lo conocen como sarda. Se han registrado varias capturas accidentales de esta especie, especialmente en las islas occidentales donde existe un talud pronunciado y rocoso.
Los investigadores alertan del estrés que el buceo puede llegar a causar a la especie por lo que piden que se gestione y se temporalice esta actividad, estableciendo un tiempo máximo de observación, haciendo cupos y elaborando una lista de espera para buceadores.
Curiosa estrategia reproductiva
El solrayo tiene una estrategia reproductiva curiosa. Al contrario que la mayoría de peces, este tiburón produce muy poca descendencia, pero ésta es autónoma desde que nace. El solrayo es un animal ovovivíparo, es decir, sus crías nacen de un huevo pero éste se desarrolla y eclosiona en el vientre materno. Además, los embriones practican la adelfofagia o canibalismo intrauterino, esto significa que el mayor de la camada se alimenta de sus hermanos en las últimas fases del desarrollo. El ejemplar superviviente puede llegar a medir más de un metro tras el parto.La escasa información de la que se dispone sobre la biología del solrayo es en gran medida por un pariente cercano, el tiburón toro ('Cacharhinus taurus'), bastante común en los acuarios del mundo.
Pedro J. Pascual, experto en tiburones, subraya la importancia de concienciar a la gente y transmitir la idea de que los tiburones no son enemigos peligrosos así como difundir un mensaje claro e inequívoco que fomente su protección y conservación, apunta Pascual.
La revista «National Geographic» publica un reportaje sobre la presencia del misterioso escualo en aguas herreñas
Las aguas atlánticas que rodean al Archipiélago están aún hoy llenas de misterios y de especies esquivas con la comunidad científica. El extraño tiburón Solrayo es uno de esos enigmas que convierten a las Islas, y en concreto a El Hierro, en lugar de visita obligada para biólogos marinos de medio mundo. Muestra de ello es la publicación en revistas especializadas de infinidad de artículos sobre la fauna marina de la región, el último de ellos precisamente sobre el misterio de ese escualo apellidado «Solrayo».
El Cabildo Insular de la más pequeña y occidental de las Canarias avanzaba ayer que la afamada revista «National Geographic» publica en su edición de este mes un reportaje, firmado por Eva van den Berg, sobre las apariciones del tiburón «Solrayo» en las aguas que bañan las costas herreñas. En su sección «Vida salvaje» y bajo el título «Solrayo, un tiburón enigmático», la reportera recuerda que nunca se había visto un Solrayo o «sarda», como se le conoce en el Archipiélago, hasta que en 1999 se le avistó en la isla colombiana de Malpelo. Aún hoy es una especie poco conocida, de ahí la importancia científica de su presencia en las aguas de la isla de El Hierro, recuerda la revista, que ilustra la información con una fotografía tomada por Francis Pérez en la reserva marina del mar de Las Calmas.
Según la publicación, los primeros avistamientos en la «Isla del Meridiano» se produjeron en el verano de 2006, cuando se observaron cuatro ejemplares. En 2008 se vio un individuo y en 2010, a principios de agosto, hubo varias observaciones y, la más duradera, la de una hembra, se pudo disfrutar por la población local durante días.
La periodista continúa su reportaje narrando cómo el mundo científico cree que en la isla canaria existe una población estable de esta especie que deberá estudiarse en el futuro para determinar su tamaño y frecuencia de alumbramientos, conocer mejor su comportamiento y «concienciar a la gente de la importancia de proteger a estas extraordinarias criaturas marinas», consideradas especie vulnerable en la Lista Roja de Especies Amenazadas que elabora la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. No en vano no es nada frecuente avistar estos escualos, que miden alrededor de cuatro metros en edad adulta y que pueden llegar a pesar unos 300 kilos. El Hierro, pues, parece constituirse en una especie de reserva o punto de peregrinación para las hembras preñadas, que buscan aguas cálidas para parir.
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