Un reportaje en la revista ambiental Quercus, de los investigadores César-Javier Palacios y Stephan Scholz, alerta de cómo la flora de Fuerteventura, entre ellas diez especies vegetales únicas en el mundo, están en peligro de extinción por culpa del sobrepastoreo de las cabras. Bajo el título "Los últimos bosques del desierto canario", los investigadores han reclamado atención sobre algunas especies en peligro de extinción, entre ellas, diez endémicas de Fuerteventura, otras trece exclusivas de las islas orientales y cuatro más de distribución canaria, todas gravemente afectadas por el ramoneo y el pisoteo del ganado majorero. Los investigadores han recordado que hace 2.000 años los bosques originales de Fuerteventura eran en su mayor parte acebuchales, mientras que, en la actualidad, el acebuche canario es una especie rara en la isla que, según estimaciones de los autores, su población no supera el medio millar de ejemplares.
Incluso, algunos han sido ramoneados por el ganado durante cientos de años hasta convertirlos en pequeños bonsáis naturales centenarios, "es algo único en el mundo", ha señalado Stephan Scholz, doctor en Biología y director del Jardín Botánico de Fuerteventura Oasis Park de La Lajita,
Junto con los acebuches, los "almácigos" formaban parte de ese bosque majorero, pero en la actualidad tan solo sobrevive una única población, inferior a 200 ejemplares, localizada en Vega del Río Palmas, cerca de Betancuria.
Cuatro ejemplares de "malva de risco", un arbusto de hasta 2 metros de altura y endémico de Canarias, fueron encontrados en un pequeño risco de Fuerteventura en 1990.
22 años después, ha denunciado César-Javier Palacios, geógrafo y miembro de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, esta única pequeña población conocida sigue "sin protección y al alcance del ganado".
Otras especies como el "hediondo", un arbusto endémico del que se conocen dos únicos ejemplares en Jandía, o el "peralillo" de las Canarias solo sobreviven trece ejemplares en el mundo: 5 en Fuerteventura y 8 en Lanzarote, isla que tampoco se han escapado de la presión ganadera.
"La distancia considerable entre los individuos supervivientes y el hecho de ser una especie dioica, con ejemplares machos y hembras, explica que no exista regeneración natural", ha señalado Stephan Scholz.
Según el estudio, solo uno de los peralillos de Fuerteventura, parte de un grupo de tres que crecen relativamente cerca unos de otros, fructifica con regularidad, pero las pocas plántulas que quizás puedan nacer al pie de la pared rocosa no sobreviven por la presencia de los herbívoros.
De este individuo femenino se recolectaron semillas por primera vez en abril de 2006 y, gracias a ellas, ahora hay varias decenas de plantas distribuidas en unos pocos jardines botánicos pero, según ha lamentado César-Javier Palacios, "los ejemplares del campo siguen sin protección real".
Del "Demarmulán", un arbusto emparentado con el "argán" marroquí, solo queda un único individuo, aunque el caso más lamentable es el del "palo blanco", último superviviente de los bosques de laurisilva que existían en Fuerteventura antes de la llegada del ser humano y que ya no fructifica.
Pueden deaparecer de la isla
El botánico Scholz ha sentenciado que se trata de un "último mohicano" pues se ha llegado tarde. "Cuando muera, la especie habrá desaparecido de la isla y con ella una riqueza genética irrecuperable", ha sentenciado Scholz.
En este sentido, César-Javier Palacios es rotundo al afirmar que "el pastoreo intensivo y la superpoblación caprina en un territorio con escasas precipitaciones supone una estrategia ambiental destructiva debido a la desaparición de la cubierta vegetal, lo cual repercute en su aridez y en el avance de la erosión".
Los investigadores han apuntado a la cabra como la principal culpable de la extinción de los antiguos bosques majoreros y han señalado que su presencia tiene un efecto positivo en otras especies en peligro de extinción, como son el "guirre" o el cuervo canario.
Según se expone en el trabajo de Quercus, la solución no sería eliminar las cabras, algo que los investigadores han calificado de "imposible" en una isla de arraigada tradición ganadera.
Sin embargo, defienden que se evite que el ganado vague sin control, en estado de semilibertad, como ocurre ahora, a la vez que piden que se declare una red de pequeñas reservas botánicas que proteja a las poblaciones vegetales más amenazadas.
Fuente:agroinformacion.com
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