Vidal Martín presidente de la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario (Secac) |
En general, cuando los mamíferos marinos sienten que van a morir, se acercan a la costa porque es una zona de mayor protección para ellos. Tras recibir la llamada del servicio de emergencias 112, de la Guardia Civil o incluso de particulares, los científicos acuden al lugar de varamiento. En Canarias la compañía aérea Binter colabora en el desplazamiento entre islas de los expertos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
Volver a introducir a los animales al mar no es siempre una ayuda. “Hay que intentarlo, pero si el animal vuelve rápidamente a la playa, el siguiente paso es trasladarlo a algún centro, o aplicarle la eutanasia directa, que acaba con su sufrimiento”, puntualiza Marisa Tejedor, investigadora en la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario (SECAC).
Solo un 3,5% de los cetáceos sobrevive al varamiento en el Cantábrico. En Canarias varan vivos uno o dos animales al año. En el 90 % de los casos están enfermos o en estado grave y podrían ser portadores de patógenos que afectarían a otros mamíferos marinos y, en escasas ocasiones, a humanos.
Además, los mamíferos marinos tienen un sistema respiratorio muy diferente. “Nosotros inhalamos aire automáticamente, pero los delfines pueden bloquear su sistema respiratorio, su respiración es voluntaria”, concreta Laria.
Ante un animal muy enfermo, los veterinarios optan por la eutanasia, aunque aún se desconocen las medidas medicamentosas, tranquilizadoras, preventivas y terapéuticas idóneas para cada una de las especies. “Si navega y parece recuperarse se le traslada a una piscina hasta las 48 horas siguientes”, indica el investigador de la ULPGC. Pero la mayoría no sobrevive más de dos días. “Suelen presentar enfermedades que en cetáceos aún no pueden solucionarse a tiempo”, subraya Tejedor.
Artículo de Adeline Marcos
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